jueves, 21 de mayo de 2009

Para las armas no hay crisis


Pese al bajón económico, el gasto militar sigue viento en popa en la región. No hay interés en coordinar la inversión común en armas para ahorrar.

Rodrigo Lara Serrano

Supongamos que a un amigo le bajan el sueldo y, en paralelo, decide gastar sus ahorros en mejorar la infraestructura de su casa. Cuando nos reunimos con él se queja de lo riesgoso de la situación. Le recordamos entonces que hace ya unos años que viene renovando con entusiasmo su colección de armas, y le sugerimos que no gaste más en ellas, por ahora. Nuestro amigo se molesta: las necesita para protegerse de sus vecinos siempre inestables o belicosos, alega. Le retrucamos que sus vecinos también se están quedando sin trabajo y sin ahorros. ¡Con mayor razón!, se exalta, y sale directo a la armería, que está en otro barrio, a proveerse de más armas.

Exageraciones más, comparaciones menos, eésta es la situación de América Latina hoy en día: pese a enfrentar la crisis económica global más grande desde 1929, excepto Argentina, la totalidad de los países medianos y grandes mantiene o expande sus gastos militares, que ya venían creciendo con rapidez en los años previos. Vista esta realidad, ¿no tendría más sentido conversar con los "vecinos" para moderar en común la inversión militar o, por último, ponerse de acuerdo para crear una armería dentro del barrio, de manera que ese dinero quedase en la región?

"La región se encuentra atrapada en este juego de suma cero. Ningún país está dispuesto a reducir sustantivamente sus niveles de gasto militar, salvo quizás el caso de Argentina", diagnostica Claudio Fuentes, director de ICSO (U. Diego Portales) en Chile. Frente a ello, dice, "la única solución es la búsqueda de acuerdos multilaterales y subregionales de reducción de gasto. Aquello implicaría un paso anterior: establecer políticas efectivas de transparencia en los gastos asociadas a acuerdos de limitación y reducción".

El problema es que "iniciativas como desminado de fronteras, eliminación de determinados tipos de armas, y establecimiento de medidas de control y monitoreo son centrales -continúa- en este sentido", pero "Brasil, que es el principal actor en América del Sur, no ha jugado un rol central en promover este tipo de políticas".

Según Juan Toklatián, especialista en Asuntos Internacionales de la Universidad de San Andrés, en Argentina, el punto es que "Brasil quiere jugar en las grandes ligas" y antes que una reducción de gastos regional, su planteo estratégico "es que la región gire, eventualmente, en torno a la industria militar brasileña: es el objetivo de toda potencia regional emergente".

Sin embargo, el resto de los países, nuevamente con la excepción de Argentina y, algo, de Colombia, no parecen ver ventaja alguna, ni de ahorro ni de autonomía, en la pretensión brasileña. Cada una de sus FF.AA. viven ensimismadas en sus propios sueños. O pesadillas. En el caso de Perú, por ejemplo, las FF.AA., "desde el punto de vista de los equipos, están atrasadas, en una situación precaria", dice Fernando Rospigliosi, ex ministro del Interior y analista internacional, en Lima. Y agrega que, "desde el punto de vista de los cambios institucionales, se estancaron, siguen siendo tradicionalistas, conservadoras y poco meritocráticas". Para colmo, el bienestar económico reciente del país "no impactó mucho, por la pérdida de poder político de los militares. Por ejemplo, los sueldos siguen siendo paupérrimos".

Los militares chilenos, por su parte, al decir de Toklatián, "son los que tienen la mejor mirada estratégica en la región: quieren consolidar su posición en el mundo andino. Buscan una proyección en el Pacífico y la Antártica, aunque sea limitada". En Chile, más allá de doctrinas, dice Fuentes, otros factores impactan en mantener el gasto alto. Es así como, dado que, "en términos relativos, los sueldos de las FF.AA. han ido reduciéndose con el tiempo", ello hizo que el gobierno estuviese preocupado por "incrementar los sueldos, particularmente en áreas sensibles como los pilotos e ingenieros que están migrando al sector privado".

Por su parte, dice Rosendo Fraga, titular del Centro de Estudios para una Nueva Mayoría, en Buenos Aires, tanto Colombia y Venezuela no poseen interés en coordinar gastos militares. En el caso del segundo, "desde el punto de vista político e ideológico, Chávez está proyectando un nuevo modelo, en el cual las Fuerzas Armadas pasan a formar parte de proyecto político-estatal, aunque este proyecto también incluye milicias armadas en paralelo".

En cuanto a México, parece que se encamina a seguir el modelo de Colombia, donde las FF.AA., bajo control civil, se han convertido en herramienta para evitar el derrumbe estatal frente a la delincuencia organizada. Y, se sabe, con el techo de casa crujiendo no se ahorra en gastos. Incluso, se aceptan donaciones. Hace pocas semanas, por ejemplo, en lo que constituye un hito, el Departamento de Defensa de EE.UU. incluyó a México en la lista de otros fondos que tiene bajo la sección "1033", que corresponden a la "Ley de Autorización de la Defensa Nacional" destinada a financiar programas para combatir al narcotráfico.

Luego de recordar que México "nunca tuvo gastos militares onerosos", Toklatián dice que en sus FF.AA., "la novedad es más bien la resignación en convertirse en gendarmes en la lucha contra las drogas".

Rospigliosi estima que -al igual que en Colombia- este cambio de objetivo de las FF.AA. mexicanas preanuncia fracasos. "No creo que tengan éxito. No se trata sólo de poder de fuego. La corrupción es un arma decisiva del narcotráfico, y ahí las FF.AA. pueden sucumbir. Tampoco tienen capacidad de investigación, como tiene la policía", dice. Reconoce, no obstante, que "en México la corrupción policial era tan profunda y el poder de fuego del narcotráfico había crecido tanto, que no les quedó otra opción".

Aún con este panorama poco alentador, las FF.AA. podrían impulsar cambios en sus capacidades. "La modernización de las organizaciones militares requiere bajos recursos", explica Rosendo Fraga, "pero es muy resistida por el espíritu burocrático y corporativo que suelen tener las Fuerzas Armadas. En cambio, el reequipamiento "requiere más recursos, pero genera menos resistencias. Una disminución de los recursos afecta más el reequipamiento que la modernización de las organizaciones".

Un ejemplo de que se pueden hacer avances importantes en tiempos de vacas flacas son las FF.AA. argentinas: precisamente, "en el último mes, Argentina ha reducido en $ 304 millones (US$ 83 millones) el gasto de funcionamiento, lo cual implica reducirlo a menos de la mitad, siendo el caso extremo en la región", dice Fraga. En tanto, Fuentes indica que en el país de la pampa húmeda "las políticas de reforma legal son significativas. Aunque el problema allí es que algunas iniciativas legales no han tenido el mismo correlato en su implementación. Pero, desde el punto de vista normativo, es uno de los países que más han avanzado".

Chile, dice, comienza a modernizarse en este sentido: "La propuesta de reforma del Ministerio de Defensa de Chile es significativa y marcaría un hito en la historia de la estructura de la defensa, aunque está pendiente su aprobación en el Congreso", pero, "en general, existe muy poco avance de reforma en la región".

Más allá de ello, el tema del ahorro es cada vez más complejo. Según Fuentes, las FF.AA. se ocupan ahora de más tareas que antes: "En la mayoría de los casos se da una mezcla de funciones de los cuatro ámbitos (anti-tráfico de drogas, defensa tradicional, desarrollo, y operaciones de paz)". Y el que mucho abarca, mucho se niega a ahorrar.

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