miércoles, 8 de julio de 2009

EL REMATE

Lo parió Mendieta! diría Inodoro Pereyra.

Hace muchisimas heladas... escuche por primera vez este poema que me hizo llorar.

Ahora lo encontré y lo comparto con Uds.


Autor: Yamandú Rodríguez



“EL REMATE”


Falta el aire y sobran moscas, este domingo de enero...
el sol fríe las chicharras...duerme un matungo azulejo.
Algunos pollos con árganas están de picos abiertos.
En los charquitos de sombra... hay unas guachas bebiendo,
por los caminos calientes, cruza la siesta en su lerdo...
ojos azules de cardo, curiosean desde lejos
y asoman por las goteras ojos azules del cielo.
¡Todo es dulce de tan pobre! Frente al rancho de estanteos,
que anda por lo cuatro codos deshilachados del tiempo,
subasta un rematador las pilchas de un criollo viejo...
Hay muchos interesados, son vecinos todos ellos.
Muchachos que hasta hace poco, le llamaban “el aguelo”
Recostado en el palenque, los mira tristón el viejo,
han ido a comprar barato, cosas que no tienen precio
y piensa con amargura:... “Ya no dá criollos el tiempo!”

“¿Qué vale este par de espuelas?” y las rodajas de fierro
son como dos lagrimones que llorasen por su dueño...
con ellas salió a ganarse hace ya muchos inviernos
la novia en un bagual blanco, la vida en un bagual negro...
los mozos suben la oferta... “Doy diez, quince, veinte pesos!!”
disputan como caranchos, el corazón del abuelo...
Al escucharlos se pone rojo de verguenza el ceibo.
“Son suyas las nazarenas” dice a uno el martillero.
¡Le han vendido las lloronas! Hoy, por desgracia, hoy tan luego,
que en el palenque, la vida, ató su bagual más negro!
Y piensa con amargura: “...¡Ya no dá criollos el tiempo...!”

Sacan a la venta un poncho donde garúan los flecos
para mojarle los ojos al que se lo lleve puesto...
tiene la boca zurcida y lo gastó tanto el viento,
que al traslúz del calamaco se ve la historia del viejo.
Guampas, chuzas y facones, lo cribaron de agujeros,
pero su filosofía siempre les puso remiendo,
de día copn un celeste, de noche, con un lucero.
“¡Yo pago por esa pilcha, tuita la plata que tengo!”
“¡Subo una onza la oferta!” “¡Si no hay quien dé más, lo quemo!”
Entonces cae el martillo en lo duro del silencio...
Un jóven se lleva el poncho... y allí cerca el gaucho viejo
está temblando de frío en una tarde de enero...
Y piensa con amargura: “...ya no dá criollos el tiempo!”


Así pierde en la bajada, lo que ganó en el repecho,
una a una las ovejas... pilcha por pilcha el apero.
Quisiera salvar del lote su mancarrón azulejo,
pa´que lo agarre la noche en un caballo estrellero.
No tiene no más que uno, uno, y ese ...se lo quema el martillero!
Allí termina el remate. Cobró su cuenta el pulpero.
¡Ahora si! Al verlo a pie, tan amargo, tan deshecho,
todos los rumbos arrollan los lazos de los senderos.
Y son cuatro pialadores que están esperando al viejo.
En cuanto quiera salir, ¡lo van a dar contra el suelo!

Entonces aquellos mozos... se acercan pa´ defenderlo...
y el más ladino le dice, entre temblón y risueño:
“¡Todos compramos sus pilchas, pa´ salvarselas abuelo!”
“Aqui tiene sus espuelas...” “Aqui tiene su azulejo”
Uno le trae en sus brazos igual que a un niño el Apero...
Otro le entibia las manos con aquel poncho de flecos..
Otro que no compró nada, le estampa en la frente un beso...
Porque sigue dando criollos, ¡¡ Muy lindos criollos, el tiempo ¡!

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